Más allá de las bromas al respecto, la neurociencia ha llegado a identificar características biológicas diferenciales que están en la base de muchos de los rasgos psicológicos. Como es sabido, los cromosomas sexuales, son simétricos –xx– en el caso de la mujer; y asimétricos, –xy– en el caso de los varones. Esto influye en la […]
Por Genara Castillo. 03 julio, 2012.Más allá de las bromas al respecto, la neurociencia ha llegado a identificar características biológicas diferenciales que están en la base de muchos de los rasgos psicológicos. Como es sabido, los cromosomas sexuales, son simétricos –xx– en el caso de la mujer; y asimétricos, –xy– en el caso de los varones. Esto influye en la configuración del cuerpo femenino o masculino, durante la fase de embriogénesis, cuando el embrión se está desarrollando, hasta la vida después del nacimiento. También influye el medio que rodea a cada ser humano, su familia, su centro educativo, sus amistades, etc.
Por tanto, nos influyen tanto lo biológico como las personas y el ambiente en el que nos encontremos. La vida cambia continuamente, porque nuestra naturaleza humana es muy dinámica y constantemente estamos actualizando diversas y múltiples potencialidades, a través de lo que se puede llamar “ventanas de tiempo”. El cerebro –a diferencia de otros órganos– tiene varias ventanas. En las primeras etapas, las hormonas sexuales propias y específicas –al enviar sus señales a los genes– dejan en el cerebro del embrión una IMPRONTA, una huella de varón o mujer, realizando una IMPREGNACIÓN SEXUAL DEL CEREBRO.
De esta manera, pueden modificar la anatomía cerebral promoviendo la supervivencia de las neuronas en unas áreas y facilitando su desaparición en otras, todo lo cual influye en los modos de conducirse. Pero esto es solo el comienzo, a partir de ahí se da una gran cantidad de conexiones neuronales, que van formando redes, de tal manera que –como decíamos en un artículo anterior– cada quien va construyendo su propio cerebro, sobre la base de su dotación natural.
Nos extenderíamos mucho si pretendiéramos explicar toda esa trayectoria: a lo largo de las diferentes etapas de la vida y a través de múltiples facultades humanas especialmente de la imaginación, la memoria, etc.; pero, como es conocido, sobre esa base biológica se ponen de MANIFIESTO algunas características psicológicas; entre ellas destacan la lógica masculina y la lógica femenina.
Una y otra son diversas estrategias que despliega cada cerebro; de tal manera que no hay ninguno que sea superior al otro, simplemente son diferentes. Esta diferencia se da con vistas a la colaboración mutua tanto en la vida familiar como en la laboral. Así, los centros emocionales del cerebro femenino están interconectados de una manera más compleja que en el varón, lo cual ha llevado a decir que los hombres son más “básicos” y las mujeres más “complicadas”.
Sin embargo, como hemos dicho, cada persona asume su dotación natural y la desarrolla, de tal manera que es posible que uno se encuentre con varones que son muy complicados y mujeres que son muy sencillas, lo cual se entendería como si fuera al revés.
Lo cierto, y es lo que quería anotar –porque no da tiempo a analizar cada diferencia–, es que en cualquier caso las diferencias no se dan para el dominio de unos sobre otros sino que están para poner al servicio del otro(a) aquello que uno tiene y así es como se entiende la colaboración mutua. Por ejemplo, en el hogar, la paternidad conlleva un estilo de autoridad que se complementa con la de la madre; ninguno es mejor o peor que el otro, son simplemente diferentes y ambos apuntan a la educación de los hijos.
Facultad de Humanidades.
Universidad de Piura.
Artículo publicado en el diario El Tiempo, miércoles 20 de junio de 2012.